
Junto a Drake y Sting, el músico fue una de las atracciones principales del All Star Game
"¿Alguno de ustedes escuchó mi banda?", dijo Win Butler, líder de Arcade Fire, en la rueda de prensa del Celebrity Game que se disputó en Toronto dentro del marco del NBA All Star Weekend. Seguramente muchos de ahí la escucharon en algún momento -aunque no estén enterados de eso- pero Butler tenía en sus manos un enorme trofeo con forma de pelota de básquet que acababa de ganar por ser el mejor jugador del partido. Los periodistas en la rueda de prensa esperaban por las megaestrellas de la NBA, era entendible que nadie pueda dispararle una pregunta sobre su colaboración con David Bowie o el nuevo disco de la banda. No era el momento ni el lugar, un
timing que Butler parece tener calculado a la perfección. Es raro ver a un rockero vestido con pantalones cortos y musculosa, mostrando su piel pálida curtida a la sombra del bus de gira.
Butler fue el que más en serio se tomó el partido, salió a precalentar antes que todos, practicó su tiro y gracias a eso sacó diferencia en la cancha. No se esperaba semejante exposición postpartido y ante las reiteradas preguntas insistió: "Somos una buena banda, de verdad".
Como todo gran show, el All Star Weekend ofreció algo más que un evento deportivo, ofreció entretenimiento y en ese aspecto hubo una figura musical que fue clave: el rapero canadiense, Drake. Él fue el RR.PP. del evento. Es el fanático número uno del equipo local - Toronto Raptors- y, contrariamente a Butler, todos parecían conocerlo. No solo los periodistas sino también los trabajadores del estadio ya que Drake es accionista del equipo; en la primera fila del estadio hay una silla sin número ni etiqueta que el personal de seguridad identifica como "la silla de Drake".
Entonces, mucho antes de que las celebridades como Jon Stewart u Olivia Wilde vayan ocupando las butacas VIP y saluden a la pantalla gigante, llegó Drake: silencioso, lento, como escaneando cada lugar del estadio, seguido por un grupo de amigos que caminaban junto a él dejándolo casualmente -muy casualmente- adentro de un círculo. El cantante no venía a sentarse, faltaban horas para el juego, solo pasaba a mirar y sin decir una palabra, se fue.
Cuando las luces están listas, el carisma de Drake se enciende, es un artista políticamente correcto y por eso recibió las llaves de la ciudad de Toronto. En su discurso corrigió a la periodista que le preguntó si se sentía contento por traer semejante evento a su ciudad, "no es mi ciudad, es nuestra ciudad", afirmó el rapero.
Como el All Star Game es un evento que se emite a nivel mundial, los canadienses no fueron al lugar seguro para el show del entretiempo -Drake- y se convocó inesperadamente a Sting. El inglés sacó de taquito un compilado de hits sin fecha de vencimiento que no logró encender al público, trabajo nada fácil porque afuera del estadio hacía 20° bajo cero.