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Turf vuelve a las pistas

turf-2146684w620Joaquín Levinton reunió a la banda de sus amores pero, ¿podrá revivir su alcance popular?

Un lunes feriado de comienzos de diciembre, al mediodía, Joaquín Levinton abre la puerta de su PH en el barrio del Abasto y mira hacia arriba como quien sale de una caverna y vuelve a ver la luz. Está recién levantado, con el flequillo sobre las sienes, estilo beatle, y unas gafas oscuras. Lleva una remera de manga corta ajustada, bermuda gris y alpargatas. En la vereda está estacionada su moto, una Honda negra que parece de los 80. Quedó ahí desde que llegó, anoche. O desde hoy a la madrugada. O no sabemos desde cuándo, porque ni él se acuerda. En la mano trae dos cascos. "Vamos a algún lado que está lindo, che", dice. "¿Subís?" Después maneja unas quince cuadras hasta un bodegón italiano en Jufré y Julián Alvarez, en Villa Crespo, y al llegar pide una mesa afuera, al sol.

"Perdón", le dice a los comensales de al lado. "¿Me convidarían un puchito si son tan amables?" El Levinton modelo 2015 parece más un atorrante de barrio carismático y comprador que aquella estrella de rock huraña confinada a su propio deep Cambodia que fue hace unos años atrás cuando separó a Turf. En 2015 cumplió 40 años. Y todavía mantiene la melena saludable y la forma física de un adolescente. De lejos parece de 20 y de cerca, bueno, no tanto. Pero aún conserva la gracia y el garbo. Se sienta y pide una Sprite fría, ñoquis con salsa y un agua mineral. "No cocino nunca", dice. "Yo ando por los bodegones." Hace menos de una semana Turf presentó en La Trastienda "Kurt Cobain", el primer tema nuevo de la banda desde la separación, en 2007. Levinton suena emocionado. "Fue espectacular", dice. "Vinieron todos los primeros fans de Turf y la gente tenía los ojos llorosos. Había mucha expectativa de volver a ver un grupo que dejó un vacío importante cuando se fue. Un grupo divertido, alegre, que transmite algo bueno y no está dentro del área de esos grupos de rock que son un plomazo." Ahora se acerca un mozo, un señor calvo que aparenta tener unos 60 años o más, deja en la mesa algo para picar y cuando lo reconoce exclama: "¡Grande Joaquín! ¡Arriba Turf viejo nomás!" "¿Viste?", dice Levinton cuando el mozo se va, mientras moja un pancito en salsa criolla. "La gente le tiene cariño a Turf. Era hora de volver." Por estos días, en la radio está rotando "Kurt Cobain". "Ayer la escuché en tres radios distintas al mismo tiempo", dice Levinton orgulloso. (Al cierre de esta edición, "Kurt Cobain" llegaba al segundo puesto del ranking de los temas más rotados en radio en Argentina, dejando atrás a Tan Biónica; y al puesto #6 del Top 10 general, arañando a Adele, Coldplay y The Weeknd. Un subidón contundente si se tiene en cuenta que este chart contabiliza además videoclips y que "Kurt Cobain" aún no tiene video.) "Eso me pone feliz, porque yo soy una persona que hace canciones populares." Tres meses atrás, cuando Turf diseñaba "Kurt Cobain" en Cathedral, el estudio del grupo en Villa Urquiza, Levinton le aseguraba a Rolling Stone: "Tenemos la magia intacta". En ese momento, los cinco músicos se estaban reencontrando creativamente, tratando de recomponer un vínculo que en el pasado les había dado grandes canciones. Sentados en círculo en la sala de control, una habitación con un sillón largo, un mueble enorme repleto de cedés y una pared con una docena de teclados vintage, abrieron la sesión en Pro Tools. Aunque todavía estaban produciendo "Kurt Cobain" junto al rosarino Coti Sorokin, la maqueta primitiva ya dejaba entrever esa atmósfera de fantasía atemporal y alegre de la versión final que ahora suena en la radio. "Quiero que comprendas que es sincero el cariño que te tengo y que nunca va a faltar", canta Levinton sobre una melodía romántica y súper bailable, la historia verídica de amor entre él y una chica que usaba remeras del cantante de Nirvana; un estribillo que respira cierto aire de bolero y potencia de clásico: una sola escucha y queda tatuado en la memoria. "Me encantó la idea de volver a hacer equipo con Turf", dijo esa tarde Sorokin, solista multipremiado y autor de hits de artistas como Julieta Venegas y Diego Torres, que quince años atrás produjo Siempre libre y Turfshow, dos de los cuatro discos originales de Turf. "Tienen una destreza única para aplicar el rock a la música popular argentina", agrega Coti. Después de la separación en 2007, ningún grupo nuevo logró perforar el cancionero popular del rock nacional con tanta facilidad como Turf. "Loco un poco", "Pasos al costado", "Magia blanca" o "Yo no me quiero casar" son canciones que, a más de una década de su salida, alcanzaron escala de clásicos: melodías que casi cualquiera puede cantar de memoria y que son incluso mucho más populares que sus propios autores. Ni siquiera el éxito arrollador de Tan Biónica logró ubicar en el casillero colectivo melodías tan memorables, que suenan en todas las canchas, cantadas por las hinchadas del fútbol argentino. "Los temas nuevos tienen ese espíritu, pero híper-mega potenciado", dice Levinton. "Esto es como un puntapié para estar juntos y recuperar la parte humana y musical", agrega en ese momento Leandro Lopatín, guitarrista del grupo, además de integrante de Poncho. "Es un poco como volver al principio." La irrupción de Turf en el rock nacional de la segunda mitad de los 90 y su ascenso meteórico -desde su primer show como banda soporte de Demonios De Tasmania en Dr. Jeckyll hasta que telonearon a los Rolling Stones y Primal Scream ("Yo llevé a los Primal a ver jugar a River y se peleaban con la barra brava", recuerda Levinton. "Eran hooligans")- a menos de un año de la salida de Una pila de vida, su debut de 1997, significó una bocanada de aire fresco para una era dominada por el rock barrial de bandas como Los Piojos, La Renga, Bersuit Vergarabat o Los Caballeros de la Quema. Levinton y su grupo, casi todos ellos porteños bien enrollados, veinteañeros cool de clase media que transitaban la escena rockera y nocturna de la ciudad, llegaron apadrinados por Charly García e inspirados por Los Ratones Paranoicos. Pero también por Los Beatles, Los Rolling Stones, Los Kinks y Los Who; los 70, la psicodelia y el brit-pop de Oasis y Blur, dos bandas que delinearon la estética de un grupo que echó mano al ropero mod y stone, y que rápidamente llamó la atención entre tanto short de jean, remera cortada, la birra en la esquina y el bajo nivel de glamour que ostentaba orgullosamente el rock chabón que reinaba a fines de esa década. Cualquier rasgo fashion era síntoma de artificio y falta de honestidad. En ese contexto, los Turf ensayaron con éxito una maniobra contraria a ese rock de postura anti-establishment y anti-mercado, y posaron para una campaña de Levi's que en Estados Unidos había protagonizado Iggy Pop y en Europa haría Primal Scream, aprovechando uno de los primeros aventones del rock local esponsoreado. "Fue algo muuuy mal visto en esa época", dice Levinton, "que hicimos como signo de rebeldía y transgresión. Y ahora todos los festivales se llaman Coca, Pepsi o Quilmes." Levinton, que había empezado a los 17 como guitarrista de Juana La Loca, a los 21 ya marcaba tendencia con su corte de pelo (el que usaba en el video de "Casanova", el single con el que la banda irrumpió sorpresivamente en el circuito rockero de Buenos Aires), y desde el comienzo quedó a merced del fuego cruzado entre su incipiente fama y las revistas del corazón por su vínculo amoroso con una modelo de esa era, Sol Acuña, y otros romances con mannequins y actrices famosas, una exposición extraña que en ocasiones dejaba en offside la notoria musicalidad de un grupo de pibes que apenas pisaban los 20 y que, sin ser hijos de nadie, antes de grabar su debut tenían en sus filas a dos de Los Fabulosos Cadillacs -el tecladista Mario Siperman y el trompetista Daniel Lozano- y ya habían congeniado con próceres del rock nacional como Charly García, que grabó en tres de sus cuatro discos de estudio. "Vinieron a mi casa con Quadrophenia de los Who, que yo adoro", recuerda hoy Charly García. "Y ahí ya me compraron. Más tarde hicimos 'Nos vacían la casa', un tema mod muy genial y muchas sesiones para sus discos. Siempre la pasé bien con ellos." Después del éxito de Una pila de vida y del fracaso comercial de su sucesor, Siempre libre (1999), con Turfshow -su tercer disco, de 2001- Turf dio un golpe magistral: su hit "Loco un poco" comenzó a rotar incansablemente en las radios de todo el país y el grupo arañó la masividad. Fue parte de la banda de sonido de la debacle social y política del país, musicalizando el caliente show de TV de Daniel Hadad. "Tener temas populares sonando en la radio nos permitió girar por el país de punta a punta", dice Lopatín un sábado de diciembre. "Pueblo a pueblo atravesamos el interior profundo como cinco locos viajando todas las semanas, de jueves a domingos durante años, bajo todos los estados posibles." Con Para mí, para vos (2004) su catálogo de hits creció: "Pasos al costado" (que alcanzó estatus de himno de cancha de fútbol en Latinoamérica y Japón), "Magia blanca" y "No se llama amor" los terminaron de ubicar en el mapa popular del rock argentino. Y le dieron peso específico a un repertorio de canciones propias que más tarde reversionaron Charly García, Andrés Calamaro, Los Auténticos Decadentes o Los Fabulosos Cadillacs. Pero mientras sumaban shows en Uruguay, Chile, Paraguay, Colombia y México, y las giras por el interior parecían no tener fin, la fama y los excesos empezaron a oxidar el engranaje interno de Turf. "Se empezó a vivir un malestar general por tanta gira, tanta convivencia y tanto rock & roll", dice Nicolás "Ríspico" Ottavianelli, tecladista de la banda. "Todo eso nos llevó a un desgaste lógico y a la decantación de un montón de conflictos humanos, económicos y espirituales que desencadenaron en la separación del grupo." "La gente me decía: '¿Justo ahora se van a separar?'", continúa Lopatín. "Y yo: 'Sí, no se puede seguir porque nosotros somos verdaderos, no somos caretas.'" Levinton y Lopatín se habían conocido a principios de los 90, durante un partido en la cancha de River, y habían armado el grupo desde cero. Pero ahora estaban distanciados. "Se había vuelto todo demasiado áspero." Para el baterista Fernando Caloia y el bajista Carlos "Toddy" Tapia, que ya habían sido padres, la situación implicaba un problema serio: el riesgo de no poder mantener a sus hijos. "Yo me quedé sin la comida de mi familia", dice Caloia. "Pero hubo que ser valiente y tener dignidad." En un bar en la esquina de avenida Córdoba y Fitz Roy, la banda completa se reunió y entre todos decidieron separarse. Según Caloia, Levinton era el que quería seguir. "Me acuerdo que dijo: 'Les doy una semana para que revean la situación. Si no, me armo otra banda'." Pero nadie lo retuvo. Y al poco tiempo Levinton armó Sponsors. Y después se despachó contra sus ex compañeros. "Joaquín fue el único que tuvo prensa para hacer su descargo", dice Ottavianelli. "Dijo cosas hirientes y eso nos distanció todavía más." "Fueron metidas de pata", admite Levinton ahora. "Cosas que dije más por amor que por odio, porque yo sentía un enorme cariño y admiración por mis compañeros. Pero estaba enojado." Después de Turf, Levinton radicalizó su afición por el clásico trinomio sexo, drogas y rock & roll, un tema que hizo recurrente en varias de sus apariciones en la prensa. El pico mediático fue en mayo de 2009, cuando salió en la portada de la revista Paparazzi con aspecto muy desmejorado, dejando la clínica Bazterrica junto a la famosa actriz Celeste Cid. Levinton se había internado dos días para un chequeo completo. Y aunque en ese momento desmintió que se tratara de un problema de drogas, años más tarde declaró que con Celeste habían tenido "algunas noches locas" y que habían "calculado mal las proporciones". En los últimos dos años, Levinton se separó de esa imagen de tipo tóxico que él mismo había proyectado. "Que aparezca la palabra droga no me gusta", dice ahora. "Turf es un grupo sano, saludable y luminoso. En esta época de mi vida la droga me parece una mierda, trato de estar sano. Valoro a la gente que no la usa y no es algo que hoy me interese, todo lo contrario. Yo juego a la pelota." Durante años casi no hubo contacto entre Levinton y los otros miembros de Turf. La banda parecía herida de muerte. "Para mí Turf era un caso cerrado, pensé que nunca íbamos a volver", dice Toddy Tapia. "Tenía los mejores recuerdos, pero había enterrado esa historia." De casualidad y de noche, Levinton, Ottavianelli y Caloia se volvieron a cruzar. Y en mayo de 2014, para la presentación del segundo disco de Ríspico -la banda de Caloia y Ottavianelli- en el Roxy de Palermo, lo invitaron a participar. "Ya lo habíamos invitado a Lea", recuerda Caloia, "y una noche le dije a Nico: '¿Che, y si lo invitamos también a Joaquín?' Y Joaquín vino y se prendió fuego. A partir de ese día, algo cambió". El regreso oficial de turf fue el 27 de septiembre de 2014, cuando participaron en el homenaje a Charly en Figueroa Alcorta y Pampa. "El primer ensayo de la vuelta fue realmente cómico", dice Toddy Tapia. "No tocábamos hacía casi ocho años y nadie se acordaba nada. Pero eso distendió la situación y nos empezamos a reír otra vez." Ese enero volvieron a tocar, en la Playa Varese de Mar del Plata. Y en septiembre último, a casi un año del retorno, dieron un show exclusivo en un aniversario de Kika, la discoteca de Palermo. Pero en ninguno de estos shows Turf tocó temas nuevos. Llenaron sus listas de clásicos de la época dorada del grupo, entre 1997 y 2004. En cierto modo, el estreno de "Kurt Cobain" en La Trastienda la semana pasada fue un mensaje de vitalidad contundente para sus fans, e incluso para ellos mismos: Turf volvió a las pistas. Pero el operativo retorno no fue tan simple. Hubo pedidos de disculpas y alguna charla para curar viejas heridas. A mediados de este año, Levinton le había dicho a La Nación que tuvo que "pedirles perdón a sus compañeros". "Bueno, eso fue algo dicho a la pasada y obviamente lo pusieron de título", dice ahora. "No es que yo llegué y dije: 'Perdónenme'. Sino que hablamos de las cosas por las cuales nos habíamos peleado, y si había ofendido a alguno le pedí que me disculpara, que aquello que hice no lo hice a propósito. Y creo que es importante disculparse cuando estuviste mal, ¿no? Después de todo, ellos son casi mi familia." El último show de Turf antes de la separación fue el 15 de abril de 2007 en Quilmes Rock. Y según una nota publicada en RS, ese día en el backstage estaban los hijos de Caloia y la beba de Toddy Tapia, cuando Levinton se puso molesto: "¡Este camarín parece una guardería!", protestó. Al poco tiempo se separaron. Ahora, mientras almorzamos en el bodegón, de casualidad aparece Ottavianelli, que estaba unas mesas más allá con su señora y su bebé de pocos meses, al que trae en brazos. Y espontáneamente Levinton se para y se transforma en algo así como "el tío Joaquín": agarra al bebé, lo toca, lo besa, le sonríe, se babea un poco. La visión resulta inesperada en términos de la imagen de estrella de rock en llamas que la mayoría tiene de él. Después, se abrazan con Ottavianelli. Cuando vuelve a la mesa Levinton dice: "Todo pasó demasiado rápido". En estos años sin Turf, cada miembro del grupo se embarcó en nuevos proyectos. Levinton editó dos discos con Sponsors y grabó al menos otros dos que permanecen inéditos: Joacucho, un dueto con Cucho Parisi, cantante de Los Auténticos Decadentes; y un álbum solista producido por Ezequiel Araujo que hoy ensaya con su banda Los Estuches. Lopatín armó Poncho junto al DJ Javier Zuker, y con el sencillo "Please Me" llegaron al tope de la rotación radial en 2012 y al primer puesto entre los más vendidos de iTunes ese año (incluso el productor y DJ inglés Paul Oakenfold grabó una versión del tema); Ottavianelli y Caloia, por su parte, editaron dos discos con Ríspico y se fusionaron como dupla de productores en más de una docena álbumes de otros artistas usando como trinchera Cathedral, el estudio donde hoy Charly García está grabando sus nuevas canciones con Ottavianelli y Caloia como técnicos. Por último, Toddy Tapia terminó con su grupo Transmundial en 2009 y acaba de finalizar el debut de El Club del Rifle, su nuevo proyecto. "Pero Turf es la banda de nuestras vidas", dice Ottavianelli. "Nada se le compara a la química de estar juntos siendo Turf." Mientras se preparan para presentarse el 5 de marzo en el Teatro Opera, desde PopArt, su sello, sienten que, con "Kurt Cobain", Turf tiene entre manos el hit del verano. "Son rótulos boludos", dice Lopatín. "Yo sólo soy un agradecido total de que estemos los cinco haciendo música otra vez." Acerca de esto, Levinton parece ser el que se hace cargo de esa ambición radial: "Los veranos son muy lindos, porque siempre te vas de viaje a algún lado con alguna persona. Entonces, ¿si es lindo el verano? Es lindísimo. Y si te acompaña una canción, es fabuloso, ¿no? Yo creo que esta canción tiene todo para ser el tema del verano. Pero esa no es mi preocupación". "Mi oficio es fabricar canciones", continúa. Intenta explicar lo que para él implica volver a componer un hit para Turf. "Componer para Turf tiene un alto nivel de compromiso: tiene que tener una muy buena letra, un muy buen estribillo, y tiene que ser una canción que tenga un perfil popular y que además les guste a mis compañeros, porque en Turf participamos todos", dice. "Las palabras tienen un timbre y deben ser justas; las vocales son muy importantes, las consonantes no pueden andar jodiendo mucho. A veces tardo meses en definir una canción. Es muy jodido." "Pero vale la pena", termina Levinton. "Porque yo sé que todos tenemos una canción de Turf en el corazón."
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