A los 74 años, el padrino de la música disco anticipa cómo serán sus DJ sets con los que desembarcará por primera vez en Buenos Aires esta semana en Niceto
Cuenta la leyenda que, mientras David Bowie grababa «Heroes» en Berlín en 1977, Brian Eno entró al estudio diciendo a los gritos «¡Escuché el sonido del futuro!». En sus manos llevaba un simple de 7 pulgadas de «I Feel Love», el hit de Donna Summer, y la expresión del ex Roxy Music tenía (y tiene) bastante sentido. El tema, un festín disco sostenido por orquestaciones reales y burbujeos de sintetizadores, fue la pieza clave para redefinir la música para la pista de baile con un concepto que sigue vigente a la fecha.
El artífice detrás del single era el productor italiano Giorgio Moroder que, tras algunos pasos en falso en el mundo del pop a través de las vías convencionales, había encontrado en Moogs, osciladores y las primeras máquinas de ritmos las herramientas necesarias para la creación de su universo propio, en donde el pop y el dance se tuteaban sin pedirse demasiadas explicaciones, en los albores de la masificación de la música electrónica.
Además de la catarata de hits que firmó para Donna Summer, Moroder plasmó por su cuenta su visión de pop futurista y robótico en álbumes seminales como From Here to Eternity y E=MC². El éxito lo convirtió en un productor codiciado, que prestó sus servicios a artistas como Blondie, Sparks, Janet Jackson y el propio Bowie, y estuvo al mando de las bandas de sonido de Top Gun, Flashdance y Expreso de medianoche, todas galardonadas con premios Oscar.
Después de una década de éxitos ininterrumpidos, Moroder decidió bajar el perfil. Más allá de alguna aparición esporádica (entre ellas «Un ‘estate italiana», la canción oficial de Italia 90), se alejó de la música en 1985 para dedicarse al arte digital y a proyectos excéntricos como la creación de un auto ridículamente caro para Ferrari. De a poco, Giorgio volvió al ruedo. Primero fue una colaboración con Daft Punk en Random Access Memories, luego un remix para Coldplay y luego una nueva faceta como DJ en Europa. La experiencia decantó en Déjà Vu, su primer disco en treinta años («No lo planeé; estaba bastante feliz con mi vida así como estaba, pero ahora obviamente estoy más feliz», dice), en el que contó con los aportes de figuras de la talla Kylie Minogue, Sia, Britney Spears. El álbum es la excusa ideal para que Moroder se presente por primera vez en Buenos Aires por partida doble este jueves y viernes en Niceto, con un set retrospectivo de sus dos facetas: la de músico y la de productor.
¿Cuán distinto es hacer un disco ahora, comparado a cuando grababas en los setenta?
Es totalmente diferente. Cuando trabajaba con Donna o David Bowie, me sentaba en el estudio con ellos y trabajábamos un par de días juntos. Hoy en día todos están tan ocupados y la mayoría de los artistas quieren grabar en los días que tienen libres, por lo que la comunicación es siempre un poco difícil. Mirá el caso de Sia: ella está de gira por todo el mundo, y fue imposible coincidir en una misma ciudad en un estudio. Lo que hice fue mandarle las bases que yo había grabado y dos o tres semanas después me mandó el tema cantado, con armonías vocales y premezclado. Así es como se trabaja ahora, pero es bueno también. En el estudio a veces perdés un poco la perspectiva. En cambio, si se lo enviás a alguien que te lo devuelve, sabés inmediamante si lo amás o si querés cambiarlo porque no estuviste involucrado en todo el proceso.
En todo este tiempo que estuviste alejado de los estudios, ¿te parecía importante mantenerte actualizado con la música?
Sí, estaba escuchando cosas, sobre todo cuando David Guetta y los DJs se volvieron artistas y la música dance estaba de nuevo en el centro de la escena. En los últimos quince años escuchaba más que nada la radio, y estaba bastante al tanto de lo que estaba pasando, pero ahora mucho más, sobre todo en materia de dance, gracias a los charts de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania.
¿Y cómo viviste los cambios tecnológicos aplicados a la grabación de un álbum?
Con Donna Summer era todo tocado en vivo. El bajo, la batería, los violines, todo. Ahora es una combinación entre programación e interpretación en vivo, aunque la programación ocupa el 80 o el 90 por ciento. Hago demos muy simples, pero tengo muchos músicos fantásticos con los que trabajo. Con la programación es difícil en el sentido de que tenés que estar muy actualizado. Por eso prefiero hacer demos y después tener a grandes programadores que conozcan lo último en sonido y tecnología, porque no soy lo suficientemente bueno como para hacerme cargo de la grabación final.
La electrónica actual le debe mucho a tu trabajo entre los 70 y los 80. ¿Cómo ves a la escena hoy en día?
Me encanta, los sonidos son increíbles. Los bajos y los bombos, que son tan importantes para la música, son absolutamente fantásticos. Están todos esos pequeños sonidos que en los 70 eran muy difíciles de lograr pero hoy en día tenés miles a tu disposición. Ahora el único problema es buscar y decidir cuál es el correcto. La gran diferencia es que cuando trabajaba con Donna tenía a mi propio baterista, sabía cómo quería que sonara y podíamos hacer una pista en dos o tres horas. Hoy tardás ese mismo tiempo en encontrar un sonido de bombo o una línea de bajo, así que es más difícil producir porque hay mucha variedad para elegir.
Tenés 74 y desde hace unos años te dedicás a realizar DJ sets, ¿cómo se siente estar haciendo bailar a gente que no había nacido cuando eras productor?
Me encanta, sobre todo en los festivales, porque ahí veo que muchos de los más jóvenes se saben las canciones y las cantan. Es una sensación muy gratificante y me fascina poder hacer esto. No estoy diciendo que me sienta como en casa, pero me siento bastante contenido ahí. Tengo cuarenta años de carrera como músico, así que hacer un DJ set no es algo difícil para mí.
Creaste varios hits de la música dance. ¿Sos bueno en la pista?
Soy el peor bailarín del mundo y no voy nunca a discotecas. A mi esposa le gusta mucho bailar, es muy buena pero yo me limito a quedarme sentado y a escuchar la música.
No sé si sabías, pero mucha gente acá te conoce por la canción del mundial Italia 90. ¿Estabas al tanto?
¡La voy a pasar en mi set, pero en una versión más bailable! Espero que ustedes puedan aprenderse al menos una parte de la letra así podemos cantarla todos juntos. Italia ganó ese mundial, ¿verdad?
No, lo ganó Alemania Federal.
Pero la final fue con Italia, ¿verdad?
Tampoco. Fue con Argentina.
¿Oh, en serio? Estuve en ese partido, pero no me acuerdo mucho. Espero que los argentinos no culpen a la canción por la derrota en esa final, ja.