
Metallica, Sepultura, Beck y más ejemplos de que dos décadas no es nada
Marilyn Manson
- Antichrist Superstar. Después de trabajar en un EP junto a la banda, Trent Reznor y el Reverendo terminaron de unir fuerzas en el segundo disco de la banda, a puro metal industrial y estética siniestra. "The Beautiful People", "Tourniquet" y el tema que le da nombre al álbum son muestras suficientes del shock intenso que significó la aparición de
Antichrist Superstar hace dos décadas.
Pearl Jam
- No Code. Después de la experiencia de
Vitalogy (y de su posterior tour convertido en una experiencia traumática gracias a su juicio con Ticketmaster), Pearl Jam quiso barajar y dar de nuevo con su cuarto disco de estudio. El resultado final no fue el más celebrado por sus seguidores (tampoco por la propia banda, visto en perspectiva), pero le permitió a Vedder y los suyos esquivar por un rato a las obviedades.
Beck
- Odelay. Después de dos discos de folk bizarro editados de manera independiente, Beck tuvo su primer gran momento con
Mellow Gold, en 1994. Dos años más tarde y de la mano de un puñado de productores clave (The Dust Brothers, Mario Caldato Jr, Tom Rothrock y Rob Schnapf), el blondo camaleónico delineó una obra que terminó por ponerle identidad a la cultura alternativa de la década.
Republica - Republica. Uno, dos hits. Todo parecía indicar que los británicos Republica tenían más filo ahí donde Garbage parecía flaquear sus fuerzas. La fórmula duró poco y, para la hora del segundo disco fueron historia, pero durante ese año, su álbum debut parecía prometer algo que al final no terminó siendo tal cosa.
Sepultura - Roots. Mientras el nu metal daba sus primeros pasos, Max Cavalera llevó a Sepultura varios casilleros por delante del resto. Con el aporte de Carlinhos Brown, DJ Lethal, Mike Patton y Jonathan Davis, el sexto disco de la banda brasileña se sumerge en los ritmos tribales del Amazonas para fundirlos con el nervio más pesado posible. Veinte años después, Roots sigue teniendo valor tanto musical como antropológico.
The Cranberries - To the Faithful Departed. Después del estallido de "Zombie", "Linger" y "Ode to my Family", los irlandeses de The Cranberries no la tenían fácil. Para colmo de males, decidieron ponerse autorreferenciales en algunos de sus cortes de difusión ("Salvation", "Free to decide"). El grupo se mantuvo a los tumbos en los años posteriores, pero esta fue su última estocada certera.
Placebo - Placebo. Mientras el ex Delgado Duque Blanco cedía a las tentaciones modernas de la época (la música industrial en
Outside, el jungle en
Earthling), un trío sin bandera en común (un belga, un sueco y un inglés) decidieron retomar el costado más glam y ambisexual de Bowie, y enchufarlo a 220. El formato no siempre dio los mejores resultados, pero durante sus primeros discos logró su cometido con creces.
Stone Temple Pilots - Tiny Music... Songs from the Vatican Gift Shop. Después de un hiato que casi devino en separación, Stone Temple Pilots se reagrupó y entró a grabar su tercer disco en una mansión en California. La propuesta fue ir más hacia las raíces del rock que tener una pata en el presente, y eso mismo fue lo que llevó al propio Scott Weiland a calificar al álbum como el más creativo del grupo, a fines del año pasado.
Kiss Unplugged. La franquicia liderada por Paul Stanley y Gene Simmons venía con la capa caída cuando en 1995 MTV los invitó a su ciclo de shows acústicos. Con la intención de apagar los incendios de épocas pasadas, el grupo invitó al show a Peter Criss y Ace Frehley, y la respuesta del público fue tan positiva que al año siguiente Kiss volvió al ruedo con su formación original.
Metallica
- Load. A cinco años del éxito de su álbum homónimo, Metallica decidió abandonar su costado más thrash y adentrarse a nuevos terrenos. Pocos de sus fans celebraron el cambio, que pasó por lo estético (¡pelo corto! ¡ojos delineados!), como también por lo sonoro, con la banda de Hetfield y Ulrich más abocada al hard rock y con cierta pátina alternativa, propia de los tiempos que corrían.