Adam Lambert trajo a Queen al Siglo XXI

En GEBA y con el ex American Idol como cantante, Brian May y Roger Taylor revivieron la leyenda

"Soy un tipo afortunado", dice Adam Lambert frente a un estadio GEBA completo, después de una triada inicial de clásicos como "One Vision", "Another One Bites The Dust" y "Fat Bottomed Girls". El cantante norteamericano, surgido de American Idol, tiene esta noche la difícil misión de ponerle voz a las canciones de Queen en su cuarto desembarco en suelo argentino. Pero a Lambert, un chico histriónico y movedizo de gran impacto escénico, parece no pesarle el desafío. "Todo esto se lo debo a él", dice. "¡Celebremos juntos a Freddie!"

Con la dupla legendaria de Roger Taylor y Brian May pulsando por reflotar la mística del grupo, realzando sus rasgos característicos -entre arreglos corales, rulos de batería veloces y solos de guitarra que aún suenan sofisticados y conmovedores-, Lambert arrastra la obra de Queen hacia el Siglo XXI, como si ahora esas canciones formaran parte de un episodio de Glee: lejos de invocar a Mercury y buscar emoción, el cantante sobreactúa y personaliza las interpretaciones de modo hábil y grotesco, como en "Killer Queen", donde canta recostado sobre un sillón de época con un abanico dorado en mano sacudiéndose como una diva caprichosa, mientras el escenario se transforma en un gran plató atravesado por luces y rayos láser. En cambio, cuando Roger Taylor enfrenta al público para cantar "A Kind of Magic" -secundado por su hijo Rufus en batería-, o cuando Brian May asume el comando del show, sentándose sobre la pasarela que atraviesa el campo y empuñando una guitarra electroacústica, el clásico magnetismo del grupo inglés baja de modo inevitable. "Han pasado muchos años desde la primera vez...", dice May con tono nostálgico, antes de cantar el inicio de "Love of My Life" y revivir la esencia ardorosa de esa canción de amor desesperado. Es un himno que sobrevuela a coro el estadio hasta que la figura imponente de Freddie Mercury irrumpe desde las pantallas para hacerse cargo de la última estrofa de la canción y transpolar el tiempo por un instante.