Datos sobre la separación, los gustos del Indio y más
En Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: Fuimos reyes, los periodistas Mariano del Mazo y Pablo Perantuono reconstruyen la vida y la obra (y también los mitos y las leyendas) de la banda más grande y misteriosa del rock nacional, en un relato coral que atraviesa cuatro décadas de rock, psicodelia, ideología y millones.
La separación se gestó en Estados Unidos. En 2000, el Indio y Skay discutieron en el hotel neoyorquino Delmonico, mientras mezclaban Momo sampler. «Skay le dijo que cuando llegaran a Buenos Aires lo arreglarían a solas, pero el Indio le respondió: ‘Con vos no me tomo ni un café'», cuenta Eduardo Herrera, co-responsable de la mezcla y único testigo. Se separaron en octubre de 2001 tras una pelea por la posesión de los masters con las imágenes de los shows de Racing, River y Córdoba.
Pappo los fue a conocer y no lo recibieron… Durante 1989, mientras grababan ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado en Del Cielito, Pappo quiso conocerlos, pero ni le abrieron la puerta. «Decile que estamos en pleno quilombo de laburo», le dijo el Indio a Gustavo Gauvry, productor ejecutivo del disco.
…Y tampoco atendieron a Badía ni aceptaron medio millón de dólares de Telefé. A fines de los 80, Juan Alberto Badía llamó a la Negra Poli para tener a la banda en Badía y compañía. Poli impostó la voz y le dijo: «La señora no está». En 1993, antes de Huracán, Gustavo Yankelevich le ofreció a Gauvry 500 mil dólares por transmitir en vivo uno de los dos shows. Poli rechazó la oferta.
«Mi perro dinamita» entró en La mosca y la sopa sin el visto bueno del Indio. Según Gauvry, la canción le parecía «boluda» al Indio Solari y tuvieron que convencerlo hablando con él un buen rato. «El disco es como bastante dramático y oscuro, y ése era un rockito… ¡Y al final fue el gran éxito del disco!», dice Gauvry. En un testimonio incluido en el capítulo 12 del libro, el Indio dice: «No pega con el disco, no tiene nada que ver, es demasiado simpático».
Skay estuvo preso en París y después fue deportado. Los hermanos Guillermo y Skay Beilinson, miembros de una familia platense aristocrática, viajaron a Europa en 1968: ahí vivieron las protestas estudiantiles y obreras en París durante el Mayo Francés, estuvieron presos y fueron deportados. Se fueron a Inglaterra, donde vivía su hermano Daniel. En Londres, Skay vio en vivo a Jimi Hendrix, Donovan y Soft Machine, pero se perdió a Pink Floyd. «Algunos amigos fueron a verlos, pero nos colgamos. No teníamos ni idea de qué era Pink Floyd», recuerda.
El Indio ama Nueva York. El cantante conoció Manhattan cuando fueron a mezclar Luzbelito. Un día, sin esperarlo, fue reconocido por un vendedor argentino en un negocio de ropa. Otra vez, en un show de Morphine, unos uruguayos lo descubrieron entre el público y no pararon de pedirle autógrafos y fotos. «Es un portaaviones que tiene de todo», le dijo a Lalo Mir en una entrevista, en Rock & Pop.