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Rock y política: 7 postales históricas

musica-2132372w620El autor de Rockpolitik describe algunos eventos emblemáticos del vínculo 1973: Todos unidos triunfaremos "Perón me pidió si yo podía organizarle un concierto de rock para presentar la fórmula de Solano Lima con Cámpora. Yo le dije que había sido antiperonista toda la vida, pero que ahora estaba de vuelta. Finalmente, lo organicé, y ver a ambos arriba de un escenario junto a La Pesada del Rock fue algo surrealista". Así lo contó Jorge Álvarez, organizador del Festival del Triunfo Peronista, el primer acercamiento orgánico del rock con la política en Argentina. Sucedió en marzo de 1973, luego de la consagración de Héctor Cámpora como nuevo Presidente. Ese hecho marcó el fin de la proscripción del PJ y aceleró la vuelta definitiva Perón al país. Ambos acontecimientos despertaron un impresionante fervor juvenil y el rock no fue ajeno. Entre el público se mezclaban fanáticos del incipiente rock argentino con militantes políticos. El line-up incluía a Sui Generis, Pappo's Blues, Pescado Rabioso, León Gieco y Litto Nebbia, entre otros, aunque sólo llegó a tocar La Pesada, ya que la intensa lluvia caída aquella tarde del 31 de marzo obligó a interrumpir el festival. Una postal que anticipó los tiempos que venían: "Antes de subir al escenario, un tipo me dijo que gritara 'Viva Evita' cuando fuera al palco. Al minuto llegó otro que me dice que ni se me ocurra hablar de Evita, que mencionara a Isabelita. Y otro me pide que nombre a Cámpora. ¡Ese día me confundieron tanto que terminé yéndome a Brasil al poco tiempo!", le confesó Billy Bond al periodista Marcelo Fernández Bitar en el libro Historias del rock argentino. 1982: "El festival fraticida" Uno de los puntos de encuentro más polémicos entre el rock y la política se produjo el 17 de mayo de 1982, cuando se realizó el recordado Festival de la Solidaridad Americana. Los artistas más importantes de la escena participaron del evento en el predio de Obras porque éste tenía fines benéficos: las entradas se canjeaban por alimentos, ropa y cigarrillos destinados a los soldados argentinos en Malvinas. El material nunca llegó a las Islas y el tiempo despertó un fuerte debate interno entre los músicos. Algunos, como León Gieco, reconocieron abiertamente que "haber participado del festival fue un error", mientras que otros arguyeron que accedieron porque en ese entonces no tenían muy en claro lo que sucedía. Sin embargo, dos grupos contradijeron esta última línea, demostrando que la información estaba más a mano de lo que imaginaban. Uno fue Virus, que había vivido bien de cerca los padecimientos de la dictadura: Jorge, hermano de los tres Moura de la banda, fue secuestrado junto a su esposa en marzo de 1977 y aún sigue desaparecido. El otro grupo que se negó a tocar en el evento fue Los Violadores. Tiempo después, Pil, su cantante, dijo: "Ahí nadie se rebeló. Levantaron la alfombra y metieron la basura abajo. Ese festival, de tan fraternal, se volvió fraticida". Como testimonio, ambos conjuntos posaron en una foto con el afiche del festival y un Falcon gris detrás, publicada por Esteban Cavanna en su libro Uno, dos, ultraviolento. La historia de Los Violadores. 1987: La mesa de desenlace Un sector de la militancia alfonsinista organizó el 22 de mayo de 1987 un festival de rock llamado "La Juventud Radical va con vos". A principios de ese año, el por entonces Secretario de Cultura porteño, Félix Luna, había anunciado el fin de los tradicionales recitales gratuitos en la ciudad, argumentando que "algunos espectáculos de rock excitan mucho al público y provocan actos de violencia". Pero la violencia estaba en otro lado: Aldo Rico lideró un intento de levantamiento militar en Pascuas y precipitó la promulgación de la Ley de Obediencia Debida, que se sumaba a la de Punto Final. Por ese motivo, Los Fabulosos Cadillacs se negaron a participar de la foto que pretendía unir a los rockeros con los políticos en la conferencia de prensa donde se presentaba el festival. "Nunca me sentaría en la mesa de quienes firmaron leyes así", apuntó el cantante Vicentico, ante la absorta mirada del diputado radical Jesús Rodríguez. Si bien Los Cadillacs terminaron participando del evento (en el que también estuvieron Los Abuelos de la Nada, David Lebón, La Torre y Los Enanitos Verdes), el grupo retomaría aquella cruzada en Yo te avisé!, el disco que estaban grabando por ese entonces, que incluyó la canción titulada, justamente, "Yo no me sentaría en tu mesa". 1989: Música de campaña Las elecciones presidenciales de 1989 marcaron el ingreso definitivo del marketing político en las campañas. Los creativos publicitarios echaron mano al rock, que ya gozaba de una penetración muy fuerte en sectores juveniles hasta ese entonces ignorados por la política. El candidato radical Eduardo Angeloz encargó su jingle de campaña a Carlos Cutaia, ex tecladista de Pescado Rabioso y La Máquina de Hacer Pájaros, quien compuso una pieza cantada por la ex Viuda e Hijas de Roque Enroll Mavy Díaz. Además, la Juventud Radical le organizó una gira proselitista con el productor Daniel Grinbank, quien alineó en distintos shows de campaña a Los Ratones Paranoicos, Luis Albero Spinetta, Man Ray, Virus, Daniel Melero, Juan Baglietto y Los Pericos, entre otros. El cierre de esa gira fue el 7 de abril en Ferro con todo ese combo de rockeros adherentes, más Charly García , quien le dijo a la periodista Gloria Guerrero en la revista Humor que "es un burro el que crea que Nemen (sic), o como se llame, es solución a algo". Además, Charly amenazó con irse del país si ganaba el candidato peronista. Como bien sabemos, Menem triunfó pero García no se fue. Por suerte para él y para todos nosotros, el músico siguió acumulando una obra artística intachable que lo ubica muy por encima de cualquier foto o de cualquier declaración precipitada. 1997: Madres de la Plaza, el rock las abraza La década de los 90 supone la masificación del rock argentino con la aparición de bandas de estadio representadas en la tríada compuesta por Los Redondos, Los Piojos y La Renga. El fenómeno está directamente atado a la ampliación de la base social del rock, que hasta ese entonces era netamente burgués y a partir de allí asume rasgos proletarios. Esto implica la incorporación de un nuevo capital simbólico en el que se anclan no sólo los hábitos futboleros definidos en el término "rock chabón", sino también ciertos rasgos ideológicos relegados en las discursividades del llamado rock nacional. La identificación con las Madres de Plaza de Mayo refuerza este último punto con la participación del rock en determinados eventos emblemáticos. Uno de ellos fue el festival organizado en conmemoración por los 20 años de existencia de la organización. Durante dos noches de octubre de 1997 desfilaron por el escenario montado en Ferro artistas de distintas generaciones, como León Gieco, Divididos, Attaque 77, Bersuit, La Renga, Los Piojos, Las Pelotas, Rata Blanca, Malón y Todos Tus Muertos. "Somos el puente entre nuestros hijos y ustedes. Entre nosotros no hay nada que nos separe. La rebeldía nos tiene que seguir uniendo. ¡Sean rebeldes, pibes!", arengó Hebe de Bonafini al término de la presentación de A.N.I.M.A.L. Era el comienzo de un vínculo que se siguió profundizando con distintas acciones y que tuvo en ese hecho un punto de partida emblemático: sancionados los indultos a los genocidas juzgados en 1985, la bandera de los Derechos Humanos era uno de los principales focos de resistencia al menemismo. 2005: Alfombra roja para el Salón Blanco Como otros presidentes, Néstor Kirchner también buscó acercarse al rock. Y le ofreció lo que ninguno: entrar a la Casa Rosada. Bajo el ciclo "Música en el Salón Blanco", Charly García, Fito Páez, León Gieco y Litto Nebbia tocaron ante un selecto auditorio compuesto, en su mayoría, por altos funcionarios de Estado. El Gobierno declaraba que, con esto, se proponía "premiar la trayectoria de los artistas que han llevado la música de nuestro país por distintas tierras [tocando en un lugar] por el que ha pasado toda la historia política argentina". Ocurrió en 2005. Antes de su show, Luis Alberto Spinetta le leyó al Presidente una carta en la que le manifestaba: "La música no debe renunciar a comprender su auténtico rol decorativo, si es comparada con la verdadera partitura de complejas decisiones que debe ejecutar el poder para asistir a una Argentina exigida como casi nunca". Y luego de recibir una estatuilla, dijo: "Esto no es un Oscar. ¡Es un Néstor!". La decisión tenía fines reparatorios y principios estadísticos: según un relevamiento realizado en ese año por la Secretaría de Medios de Comunicación de la Nación, el 57 por ciento de los argentinos afirmaba consumir rock, preferencia apenas superada por el folclore (con una cifra cercana al 60 por ciento). Lo que sucedió es que el paso del tiempo hizo al rock tan viejo como quienes lo producen y consumen. Por primera vez, rockeros y políticos pertenecían a una misma generación. Con procedencias diversas, pero atravesados emocionalmente por inquietudes afines. El rock, tan vinculado a las disonancias por el poder, era ahora reconocido y difundido por este. 2015: Banderas en tu corazón Todo el proceso político del kirchnerismo estuvo atravesado por un constante intercambio simbólico entre la política y el rock. Por un lado, el Estado irrumpe como actor del mercado (cultural y comercial) organizando shows, giras y hasta concursos para nuevos artistas. Este fenómeno se derrama hacia todo el arco político, a la vez que los rockeros no vacilan en expresar simpatías partidarias o ideológicas. El caso más emblemático fue el del Indio Solari , quien jamás se había expresado políticamente en público: "No soy un artista militante, pero respeto a quienes sí lo son. Soy básicamente de izquierda. No creo en las ideologías, sino en las personas que puedan llegar a ejecutar esas ideas. Entonces, me gusta ver una Presidenta que hable de la manera que lo hace en la ONU y por fin tener un gobierno con los cojones para enfrentar a todas las corporaciones al mismo tiempo", le dijo el cantante a Mario Pergolini en una entrevista. Aunque Solari descrea de las ideologías, su declaración pública sirvió de abono ideológico para el kirchnerismo, que a partir de ese entonces comenzó a incorporar a su discurso distintos elementos de la simbología "ricotera". En la figura de Solari (como rostro visible del infinito fenómeno "redondo") se articula una poderosa referencia contracultural. Su adhesión pública, en consecuencia, operó como legitimación moral. Las canciones de los Redondos, creadas en los márgenes del negocio de las discográficas y de la cultura oficial, comienzan a sonar en actos de gobierno. Sus frases, otrora emblemas de la juventud disidente, ilustran afiches de propaganda. El rock, a través de uno de sus principales exponentes, opera como dador de sentido a la ideología política.
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