
Revitalizada por la llegada del guitarrista Kiko Loureiro, la banda de Dave Mustaine presentó Dystopia en Buenos Aires
Está inspirado el Colorado. O más bien movilizado, corrido de su zona de confort por esta nueva sociedad con un guitarrista joven que lo reconecta con aquellas épocas en las que, donde ponía el ojo, ponía la bala. Aunque suene mal, a Megadeth no le sentó bien innovar: el mismo Dave Mustaine nos dijo hace unos meses que sentía que había alcanzado la perfección en Rust in Peace (1990) y que de Cryptic Writings (1997) en adelante la cosa había avanzado a los tumbos. Pero ahora con Dystopia, y más aún con esta gira de presentación, parece haber recuperado del todo ese rasgo que los convirtió en una fuerza de la naturaleza: el hambre de thrash vieja escuela, compacto y contundente, riffero y supersónico.
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