
Caras pintadas y espíritu de terror clase B con Papa Emeritus y el ex White Zombie
Dentro de la surtida oferta de heavy metal y hard rock del Maximus Festival, Ghost y Rob Zombie aportaron la cuota visual, con sendos homenajes -cada uno a su manera- al terror de bajo presupuesto y al satanismo lúdico.
"¿La están pasando bien? ¿Están mejor ahora que, por decir, hace tres horas?". Siempre al borde de la burla, pero a la vez transmitiendo una imborrable sensación de perversidad, Papa Emeritus maneja los tiempos del set de los suecos con maestría. Los nuevos Nameless Ghouls (el cantante despidió al resto de sus compañeros el año pasado, lo cual le valió un juicio por regalías) parecen más forjados en la pata pesada de su música, aunque no descuidan la veta pop que les sirve de diferencial. Un ejemplo de esta dualidad: "nuestra canción más heavy", anunció Papa, y arremetieron con "Mummy Dust", que combina el machaque grave con un juguetón arreglo de keytar.
Rob Zombie, por su parte, sacó a relucir la relación entre su música y su cinefilia ya desde la misma puesta en escena. Con un telón de la versión clásica de King Kong, una reproducción de Bela Lugosi como Drácula y su característico look de vagabundo satánico, el cantante parece un personaje de sus propias películas. Acá no existió la sutileza retorcida que hubo en el show de Ghost: todo fue exuberancia, riffs marcados, golpe y diversión. Su set de catorce canciones no tiene baches, aunque sí un pico: el cover de "Blitzkrieg Bop" de los Ramones, lógicamente celebrado por el público argentino. En el riff extendido de "Thunder Kiss '65" Zombie reclamó agite y se lo dieron, y la onda expansiva llegó hasta el final con "Dragula".