Un listado con las posesiones más destacadas del cine
El estreno de una película con un título local como #Exorcismo (Exeter o Backmask en el original, conocida en Chile como Proyecto 666 y en Alemania como ExitUs: Play it backwards) y que trata de unos muchachos que escuchan un disco de vinilo al revés, es la excusa para hacer una revisión de exorcismos y posesiones en el cine, comenzando, claro, por la más famosa, la película de 1973 de William Friedkin: El exorcista, que fue un tremendo éxito, que fascinó y asustó a generaciones y que la famosa crítica estadounidense Pauline Kael detestaba con fuerza.
En segundo lugar una película mucho menos famosa, de esas a descubrir, de esas que se han añejado bien, cargadas de erotismo demoníaco, con un clima que da (mucho) miedo. Y con Isabelle Adjani en estado de especial belleza y atractivo peligroso. Hablamos de Possession (acá conocida como Una mujer poseída, 1981) y la dirigió el recientemente fallecido director polaco Andrzej Zulawski (que también dirigió La mujer pública, todo un hit de los ochenta del destape).
Salimos de estos títulos del siglo XX, que incluyen también las secuelas del Exorcista, y pasamos al XXI. En estos años hubo una intensificación de las películas de exorcismos y posesiones. Entre un montón de títulos hubo algunos para destacar, como por ejemplo El último exorcismo de Daniel Stamm, una película que combinaba la cámara que «lleva uno de los personajes» (una de las formas más usadas de cámara diegética) con una posesión. Que luego haya habido una secuela de este título que no daba para tener secuela, bueno, esa es otra historia.
Una gran sorpresa de los últimos años fue El conjuro (2013) de James Wan. Una sorpresa doble. Por un lado porque fue una película extremadamente exitosa, por otro porque fue una demostración de narrativa fluida en estilo del cine de los 70, sin trampas y con un detalle argumental singular que no vamos a revelar acá.
Y para terminar una que no quizás no encaje tan estrictamente en esta agrupación y que nos hace volver al siglo XX (1987), pero es de John Carpenter, nada menos. Y se llama El príncipe de las tinieblas (Prince of Darkness), que podría ser un merecido título nobiliario para el gran director.