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Las mejores canciones de Charly García: del puesto 75 al 51

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Las historias detrás de todos sus clásicos, elegidos por críticos y músicos en un análisis profundo a través de sus más de 40 años de carrera

75. "Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana" (Confesiones de invierno, 1973)
Antes del punk, García destila su hiperácida visión antisistema en un furibundo rock & roll de. ¡1'40"!, con David Lebón en bajo y guitarra eléctrica, y Juan Rodríguez en batería. La vida de la "familia tipo americana" del título se ve imprevistamente interrumpida cuando la esposa de Mr. Jones le clava un hacha en la cabeza a su suegra porque "puso mal la mesa". Finalmente, la familia entera es encarcelada, ante la incredulidad del propio Mr. Jones, que aparece al final quejándose porque lo llevan al destacamento ("¡Si somos una familia muy normal!"). Un relato de violencia familiar en clave de sátira, y uno de los momentos más eléctricos de Sui Generis. 74. "Necesito tu amor" (Parte de la religión, 1987) El primer track de Parte de la religión, elegido para abrir los shows de la gira presentación del disco, resuena como un gran pedido de ayuda. Después de una introducción tensa y marcial junto a la batería cruzada de Fernando Samalea, las guitarras cristalinas y una línea de bajo Rickenbaker tocadas por el propio García arrastran la canción hasta liberarla en un estribillo poderoso y catártico. Como un gesto que se repetirá a lo largo de todo el disco, Charly propone acá un cambio sustancial en relación a sus trabajos anteriores: su voz -registrada en Nueva York "con micrófonos cuadrados del año 40 al estilo Frank Sinatra", según detalló García-, se proyecta en un primer plano definitivo, subrayando un texto de amor ardoroso y desesperado. 73. "No se va a llamar mi amor" (Piano Bar, 1984)
Con una estética casi opuesta a la de Clics, este hit de Piano Bar es una muestra de la explosión de energía de ese disco grabado en vivo en el estudio, mayormente en primeras tomas, con un grupo extraordinario (Guyot, Iturri, Toth, Páez). Un García en estado de gracia aprovecha un contratiempo ocasional (Sadaic no aceptaba dos canciones con el mismo título y rechazó el original "Mi amor") para convertirlo en leitmotiv: "Estás prohibida. no te puedo amar. mi amor, no se va a llamar". Con un estribillo reiterativo, apoyado en la machacante batería de Iturri, Charly -que también se hace cargo de la guitarra acústica- lanza un pedido que, convencidos por la casi palpable urgencia del tema, los programadores harían realidad: "Pásenlo en la radio". 72. "El tuerto y los ciegos" (Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, 1974) El mito griego de casandra sirve para elaborar otro ataque contra el productor Jorge Alvarez. La sacerdotisa poseía el don profético y también la desgracia de que sus dichos no fueran tenidos en cuenta. García utiliza la leyenda casi sobre el fin de la grabación de Instituciones y construye una perfecta miniatura de dos minutos: el violín mágico de Jorge Pinchevsky impone aires gitanos para una canción de incomprensión, venganza y mucha belleza. Varios años más tarde su autor reconocería que "Instituciones es mejor como salió que como hubiera sido con las letras originales.". El tiempo le dio la razón a Alvarez, que salvó al dúo de un suicidio en público en los últimos y tormentosos días del gobierno de Isabel Perón. 71. "Marilyn, la cenicienta y las mujeres" (Películas, 1977)
La temática cinematografica de peliculas incluye un drama femenino con Marilyn Monroe en el rol estelar. No es una elección casual: Charly es fanático del Hollywood de los 40 y 50, y Billy Wilder es uno de sus directores favoritos. "Con la pollera blanca flotando en el viento la ves/Sobre los subterráneos había nacido", dice la letra en clara alusión al clásico La comezón del séptimo año. La cita conduce al conflicto de la canción: la fama, su costo y las mujeres como objeto. Todo encerrado en una sinfonía cambiante que empieza con los primeros acordes del standard "Somewhere Over the Rainbow" e incluye guitarras pesadas y un coro de niños bautizados como "Los desamparados de Once". 70. "Estaba en llamas cuando me acosté" (Say No More, 1996) El primer track de say no more -un disco que propone un desarrollo mucho más caótico y experimental que La hija de la lágrima, su antecesor-, encuentra su disparador en Todo lo que hacemos sin saber por qué, el libro de Robert Fulghum que García recibió de manos de un musicoterapeuta durante su reciente internación por adicciones. "Estaba en llamas cuando me acosté" es la respuesta que encuentra el protagonista cuando le preguntan por qué se le había incendiado su casa; García -ironizando sobre sus años de excesos- utiliza esa línea para construir una canción densa y oscura, con bases rotas y orquestaciones melodramáticas, como si fuera el hall de entrada a su vida turbulenta. 69. "Sólo un poquito no más" (Filosofía barata y zapatos de goma, 1990) La clase de estribillo que el público de García nunca se cansó de aplaudir a partir de sus conciertos de comienzos de los 90. Un año después de la salida de Filosofía barata., García fue internado por primera vez en medio de un escándalo público y mediatizado que lo alejó temporalmente de los escenarios. A su regreso, "Sólo un poquito no más" ya se había transformado en un verdadero himno. La estrofa en inglés está coacheada por Joe Blaney y es apenas una excusa para dar paso al coro de chicas, las "New York Blondes" (que en realidad son Hilda Lizarazu y Fabi Cantilo), a quienes Charly asegura haber visto en un viaje, en plena fantasía gardeliana. 68. "Superhéroes" (Yendo de la cama al living, 1982)
Después de reencontrarse para grabar 20/10, el exitoso álbum de Mestre en solitario, Charly y Nito volvían a coincidir en un estudio -a siete años de la disolución de Sui Géneris- para grabar el segundo track de Yendo de la cama al living. En esta canción de esencia nostálgica sostenida por un ritmo azucarado de samba -disparado por una caja de ritmos TR-808- la prosa de García incita al movimiento en medio de un paisaje militar en plena decadencia ("No pasa nada, nadie pasa/Sólo una banda militar/Desafinando el tiempo y el compás"), mientras la clásica pregnancia vocal del dúo parecía avanzar en terreno desconocido, entre teclados y sintetizadores brillantes como rasgos de una nueva era. 67. "Botas locas" (Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, 1974 - censurado) "Botas locas" es uno de los dos temas (el otro es "Canción para mi muerte") inspirados en el breve paso de García por el servicio militar. Se trata de un folk acústico, que en realidad está bastante despegado musicalmente del elaborado clima de Instituciones (eso revela que había sido compuesto tiempo antes), donde Charly ejerce su fino sentido de la ironía a través del absurdo, criticando en este caso al Ejército (una de sus frases clave es "si ellos son la patria, yo soy extranjero"). El tema, junto a "Juan Represión" -probablemente los dos más explícitos-, quedó afuera del álbum Instituciones, pero Charly se las ingenió para contrabandear una estrofa en "Zapando con la gente", de Adiós Sui Generis. 66. "Cómo me gustaría ser negro" (Moro-Satragni, 1983) Tras la disolución de Serú Girán, el baterista Oscar Moro se alió con Beto Satragni -que venía de Spinetta Jade- para un proyecto en conjunto que experimentó un breve recorrido y dejó un solo disco. Aquel material, editado en 1983, cuenta con la participación de figuras como Lebón, Spinetta y el propio García, que aportó este tema algo perdido de su catálogo. "Cómo me gustaría ser negro", que ya acostumbraba a tocar en vivo previo a la edición de Yendo de la cama al living, condensa el sonido progresivo de la época, con bases graves y cambiantes, y teclados que se disparan al cielo como haces de luz, mientras García suelta un texto de ironía filosa durante el último suspiro del gobierno militar. 65. "Parte de la religión" (Parte de la religión, 1987) La canción que le da nombre al cuarto disco solista de Charly García dispara una temática -la de la búsqueda de la calma espiritual y la fe- que se trasluce de manera intermitente durante toda la obra. Grabada casi por completo en Buenos Aires, salvo por la batería acústica de Fernando Samalea (que se registró en Electric Lady, Nueva York), la canción se introduce con aroma multiétnico -entre flautines, percusiones, sitar y teclados pomposos- mientras García sobrevuela las diferentes religiones a través de un puñado de personajes, con ironía y una aguda mirada cinematográfica. "Es una mirada a los distintos traumas, que al final se rompen cuando ella se desnuda y se pudre todo", dijo García. 64. "Rap del exilio" (Piano Bar, 1984)
Charly tuvo un coqueteo con el rap en la grasa de las capitales, pero con esta canción se metió de lleno, y medio de casualidad, con un estilo que lo había hechizado en Nueva York. Al abordar la grabación de Piano Bar, García juntó en los estudios ION a su banda formada por los futuros GIT y un joven Fito Páez en teclados. El baterista Willy Iturri, recuerda: "Hacer Piano Bar fue una locura. Grabábamos todos en la misma sala, y en una de esas zapadas al Portugués Da Silva se le ocurrió poner REC mientras Charly improvisaba la letra y nos dirigía, por eso en un momento se oye: '¡Sigue el groove, Willy Iturri!'" Años más tarde García y Aznar producirían un disco de rap con Enrique Pinti en el que también participaron unos recién fundados IKV. 63. "Aprendizaje" (Confesiones de invierno, 1973) "En confesiones de invierno yo me habia hecho medio hippie, tenía el pelo muy largo, me habían empezado a pasar cosas", contó Charly en una entrevista, contrastando ese segundo set de canciones con la ingenuidad de las composiciones de Vida. Por esos días, con Nito tenían 24 años y, cada vez que la policía los detenía en la calle, les cortaba el pelo y terminaban en un calabozo. Charly había empezado a salir con María Rosa Yorio y, a la tarde, mientras sus suegros dormían la siesta y ella iba al colegio, él se quedó en el cuarto y compuso este standard que iba a viralizarse en las clases de música de todos los colegios primarios. Charly y Nito armonizan sus voces y cantan como negándose a crecer dentro de esta sociedad. 62. "Tu amor" (Tango 4, 1991)
Completando una trilogía de discos a duo -después de la edición de Tango y Radio Pinti-,Charly García y Pedro Aznar abrían esta entrega con "Tu amor", canción que rápidamente se transformaría en su último gran éxito juntos. En aquel entonces, Charly venía de atravesar una internación por problemas de adicciones en Estados Unidos (los dibujos que ilustran la portada fueron parte del trabajo durante su terapia), y el encuentro creativo con Aznar sonaba a renacimiento. La canción, de una pulcritud pop mucho más cercana al perfil del bajista, es una pieza de intensidad luminosa en donde la dupla se luce intercambiando estrofas a lo Lennon & McCartney sobre una melodía redonda y pegadiza. 61. "La sal no sala" (La hija de la lágrima, 1994) Mientras grababa en Ion una especie de ópera rock conceptual, Charly una noche llamó por teléfono a Juanse para invitarlo a las sesiones. "Atendí el llamado y al rato pasó a buscarme una limusina", recuerda el ex Ratones Paranoicos. Cuando llegó, Charly había ambientado el pasillo del estudio con unas luces de colores y se encerraron en la cabina de control con el Zorrito Von Quintiero en bajo y Fernando Samalea en batería a componer una canción al mismo tiempo que la grababa, obligándolos a improvisar sobre un boceto mínimo y dándole al track un espíritu de zapada. "Sé que a Charly no le gusta que le llenen la música de solos así que fui muy discreto", dice Juanse, que también canta en el tema. "La línea de guitarra son notas simples que le dan personalidad a la canción." 60. "Asesíname" (Rock and roll yo, 2003)
Una máquina de ritmos, un par de efectos FX sobre un colchón de teclados, un riff épico y la participación en el clip de los protagonistas de Resistiré (Celeste Cid y Pablo Echarri), la telenovela más vista de Argentina de ese año, pone al single de Rock and roll yo en boca de todos. Después de varios años al borde del abismo, la usina creativa de García parece estar intacta. Pero el tema es sólo un chispazo de lucidez en un disco desparejo. En época de secuestros express y asaltos con toma de rehenes, García decía que no quería vivir con la puerta cerrada como en el film Brazil y pedía que lo asesinaran por amor ("Por darte lo que di, me transformé en un souvenir"). En los segundos finales, recita "You Never Give Me Your Money", de los Beatles. 59. "De mí" (Filosofía barata y zapatos de goma, 1990) El yin-yang segun Charly García. la dualidad de las cosas aplicada a su propia personalidad, que puede transformarlo en el hombre más estimulante del mundo o en ése al que por momentos conviene evitar. Charly avisa, y el que avisa no traiciona: salvo que su mirada "esté en otro lugar", podemos contar con él para lo que sea. Una disculpa pública que además marca territorio. Un tiempo después, Mercedes Sosa recogió el guante: grabó "De mí" en ese disco extrañísimo que fue Alta fidelidad, y desde entonces la incluyó en su repertorio. "Fue mi amiga, mi madre y mi novia", dijo Charly sobre Mercedes, la voz más poderosa de la Tierra que hizo suya esta plegaria de amor y redención. 58. "Lunes otra vez" (Confesiones de invierno, 1973) Si en 1984, en "Lunes por la madrugada" Miguel Abuelo cantaba sobre un outsider que salía de noche a caminar por la ciudad vacía con una excitación desesperada, la mirada sobre la ciudad de Sui Generis a comienzos de los 70 parecía más triste e inofensiva. Charly y Nito componían una viñeta de costumbrismo folk, armonías vocales y una producción de guitarras casi country, que veía el comienzo de la semana como el minuto cero del loop de alienación en el que vivía la sociedad de la generación de sus padres. "Sobre el bosque gris veo morir al sol, que mañana sobre la avenida nacerá", cantaban a dúo. Aunque las letras mantenían la inocencia de Vida, el segundo álbum del grupo mostraba el crecimiento de Charly en la composición de esas óperas de folk acústico. 57. "Loco, ¿no te sobra una moneda?" (Billy Bond and The Jets, 1978)
Una zapada de precalentamiento -con cierto aire tanguero y de oda a Pappo- que podría ser una postal sonora de la bohemia porteña en los 70, se convirtió en el inédito más preciado para los fans de García. Serú Girán lo tocaba durante su estadía en Brasil, en las sesiones de estudio. Billy Bond, productor del primer disco del grupo, cuando vio que iba a quedar afuera del álbum, le pidió a García que se lo cediera para su proyecto Billy Bond & The Jets. "Serú estaba en mutación, en otro estilo", dice Billy. "El virtuosismo individual de David, Pedro y Moro, junto al talento compositivo de Charly, les daba la oportunidad de hacer una música diferenciada que exigía un estilo más sofisticado y elaborado." También lo grabaron Los Enanitos Verdes y Fito Paéz. 56. "Siempre puedes olvidar" (Filosofía barata y zapatos de goma, 1990) La obra maestra de Filosofia barata... no fue escrita: adoptó su forma circular en tiempo real, con García sentado al piano en su búnker de Barrio Norte, desangrándose por la partida de Zoca, y Fabiana Cantilo conduciendo la energía y la desolación del momento. Como ya había sucedido con otra joya en colaboración como "A punto de caer", incluida en Cómo conseguir chicas, García comparte autoría con Fabi y encuentra a su aliada perfecta en el delicado arte de capturar atmósferas para solidificarlas en música sin fecha de vencimiento. De paso, profundiza en una materia que lo obsesiona desde que descubrió "There's a Place", de los Beatles: las armonías vocales poco convencionales, hipnóticamente perfectas. 55. "No te animás a despegar" (Piano Bar, 1984) Originalmente conocida como "Via muerta", esta canción es Charly hablándole directamente a Fabiana Cantilo, y aunque refleja un problema de adicción de la cantante, también invoca un amor que por esos días permanecía en los brazos de Fito Páez. Más allá de las alusiones y los destinatarios, "No te animás a despegar" es un trip-hop adelantado y una de las interpretaciones más emocionantes de García. Algo de ese clima puede verse en el video del tema registrado en la sesiones de Piano Bar: primero aparece García dirigiendo la iluminación con movimientos de brazos. La intensidad crece en la guitarra de Pablo Guyot y en las contorsiones de Charly ante cada nota hiriente. 54. "El show de los muertos" (Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, 1974) El horror que impuso La triple A inspiró el clima dark que domina varios momentos de Instituciones. Eran tiempos de lucha armada y terrorismo de Estado, un teatro de operaciones dantesco que García desmenuza con rigor documental y gracia onírica. "El show de los muertos" es un blues psicodélico, colgado y espacial, armado con las preguntas de los inocentes ("¿Cuántas veces tendré que morir para ser siempre yo?") y la inclemente mueca de un sicario ("Que duerme tranquilo después de asesinar sin saber y ríe en su casa"). Uno de los mejores retratos de época que por su poder atemporal brilló en Puerto Madero durante el multitudinario concierto de 1999, e integra el disco en vivo Demasiado ego. 53. "Peperina" (Peperina, 1981) La aplastante respuesta de Charly García a una simple reseña que Patricia Perea, una periodista cordobesa, escribió sobre un concierto de Serú Girán. Lo que en realidad molestaba a García era que Perea trabajaba y salía con Daniel Grinbank, su representante, con quien García mantuvo una relación históricamente conflictiva. Corría el final de la dictadura, y la ironía se extendió a los mecanismos de censura de la época, aplicando un molesto ruido sobre la palabra "huevos". "Con el 'biip' quisimos demostrar lo grosera que puede ser la censura a nivel auditivo. Como una gracia zappiana", dijo García. Una historia de amor, ironía y odio como punto de partida de una canción tan grande como su leyenda. 52. "Seminare" (Serú Girán, 1978)
Editada en el album debut de Serú Girán, "Seminare" surgió durante unas vacaciones de Charly García y David Lebón en Buzios, antes de que formaran la banda. Con la melodía de una ópera que García había escrito en la secundaria, esta frágil balada cantada por Lebón (se iba a llamar "La calle de la sensación") gravita sobre el piano de Charly, que entra sigiloso y va aumentando la intensidad hasta explotar con un moog progresivo al estilo Emerson, Lake & Palmer, junto a los arreglos de la Filarmónica de Los Angeles. La frase "esas motos que van a mil, sólo el viento te harán sentir" termina por decretar la épica amorosa de un clásico absoluto. 51. "Por probar el vino y el agua salada" (La Máquina de Hacer Pájaros, 1976)
El placer y el castigo mueven las intenciones de Charly en uno de los momentos cumbres del debut de La Máquina. Folk y progresivo a la vez, "Por probar." muestra el costado sutil del quinteto revelado en la guitarra acústica de Gustavo Bazterrica y en la voz de García, mucho más seguro en su rol de cantante. La letra funciona como un relato antiguo en donde la crisis y el poder sugieren conexiones con el primer año de la dictadura de Videla ("Los cucús lloran, los diarios no salen jamás"). Pero, más allá de las alegorías, hay conexiones con "El rey lloró" de Los Gatos y una idea de liberación en días dificiles para arrebatos de rebeldía. Las mejores canciones de Charly García: del puesto 100 al 7 6
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