La banda británica dio un show histórico en la Ciudad Deportiva de La Habana
LA HABANA.- Octavio tiene 54 años, una sonrisa brillante y el pelo verde. Dice que es uno de los primeros punks cubanos, y que la histórica presencia de los Rolling Stones en la isla lo emociona porque «para esto se ha luchado durante tantos años de resistencia». Su manera de hablar no es la de un nihilista enamorado del «no future», sino la de un engolado funcionario de la Revolución. Pero su sonrisa lo delata: aunque sus palabras moldeadas por el poder evoquen el rígido mundo militar del Hombre Nuevo, su cara y sus nervios expresan una alegría incomparable en quien, como él, dice haber sido encarcelado «infinidad de veces» por el delito antirrevolucionario de portación de espíritu rockero.
El concierto que la noche del viernes brindaron unos Rolling Stones entregados a uno de los pocos auditorios en el mundo que no los habían visto jamás constituyó un encuentro internacional de culturas, tribus y generaciones insólito en una Cuba que durante varias décadas se mantuvo en pie de guerra.
«¡Somos los Rolling Stones, es sorprendente poder estar aquí y poder verlos, chicos!», exclamó visiblemente emocionado Mick Jagger. El histórico show gratuito que la gran banda británica ofreció ante una multitud estimada en medio millón de personas, en el que recorrieron sus principales hits y sedujeron a un público que no está acostumbrado a ese tipo de eventos internacionales.
El enorme predio de la Ciudad Deportiva de La Habana comenzó a llenarse apenas abrieron las puertas, a las 14, hasta rebosar a las 20.30, cuando la banda hizo explotar el lugar con «Jumpin Jack Flash». Hace sólo cinco años la telefonía celular era casi inexistente en la isla. Anteanoche miles de celulares se encendieron cuando Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts pisaron el escenario.
La música que alguna vez Fidel Castro llamó «pervertida y afeminada» sirvió de trampolín cultural para que el debate sobre la libertad en Cuba alcanzara nuevas alturas. «Sabemos muy bien que años atrás era difícil escuchar nuestra música en Cuba, pero aquí estamos tocando para ustedes en su linda tierra. Pienso que finalmente los tiempos están cambiando, ¿verdad?», preguntó Jagger poco antes de poner a bailar a a todos con «Midnight Rambler». Y entre canción y canción pareció que pocas frases tan sencillas pueden resultar tan polémicas.
La cantidad de espectadores fue inédita para un evento público cubano y el público se comportó de manera mucho más educada de lo que suele ocurrir en cualquier concierto de rock. Nada de pogo, nada de empujones ni discusiones. Promediando el show, Jagger volvió a hablar en español para contar que en la noche del jueves estuvieron en la embajada británica y, luego, fueron a comer arroz con frijoles. «Pero lo mejor fue bailar rumba cubana en la Casa de la Música», dijo. A los cubanos románticos les dedicó «Angie», para continuar con clásicos como «Tumbling Dice», «It’s Only Rock and Roll», «Paint it Black», «Honky Tonk Woman», «You Got The Silver» y «All Down the Line».
Famosos como Richard Gere, la modelo Noami Campbell y se dice que Leonardo DiCaprio, además de muchos representantes de la cultura cubana, vieron el show en un sector VIP. Luego de «Brown Sugar», Jagger saludó: «Buenas noches, muchas gracias, Habana». El público reclamó los bises. Ahí nomás apareció el coro cubano Entrevoces, que realizó una virtuosa versión de «You Can’t Always Get What You Want», ovacionado. Y Jagger con los suyos volvieron. «¡¿Están listos?!», gritó. E hicieron alcanzar el pináculo del climax con «Satisfaction», con medio millón de cubanos saltando, felices, viviendo un sueño hecho realidad.