Coldplay se reúne con los productores de Beyoncé para un disco «hippie»
Hace un par de años, Chris Martin se sentía «deprimido y abrumado.» Estaba en las últimas fases de su matrimonio de diez años con Gwyneth Paltrow, y se sentía cada vez más inseguro acerca de la música que hacía. «No veía las cosas de manera saludable», dice.
Luego un amigo le pasó unos libros, incluido El hombre en busca de sentido, uno de memorias de Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, y un volumen de Rumi, poeta persa del siglo XIII. Martin dice que un poema, «La casa de invitados» -que sugiere «invitar a pasar» a los pensamientos oscuros- lo ayudó a atravesar el período alrededor de su divorcio. «Es como que cambió mi vida», explica. «Dice que todo lo que te pasa está OK. La idea es aceptar lo que te pasa y no escapar de nada, y confiar que las cosas van a florecer y tomar color.»
Martin incluye el poema en una sección psicodélica de recitado en el séptimo disco de Coldplay , A Head Full of Dreams, que salió en diciembre, que trata sobre su regreso al camino, luego de la ansiedad y el desamor. «Es todo verdad», dice Martin. «Trata sobre el amor y la aceptación, y sobre aceptar lo que te pasa. Es un disco bastante hippie. Todos nuestros discos fueron un viaje para llegar a este.»
Martin dice que el último disco de Coldplay, el sobrio Ghost Stories, de 2014, había sido un «disco más chico», de manera deliberada. «Te libera para hacer lo que quieras en el siguiente, mirá la carrera de Bruce Springsteen.» En lugar de girar con Ghost Stories, la banda se quedó en el estudio. «El universo me estaba mandando tantas canciones que dije: ‘Tengo que seguir grabando'», dice Martin.
Esta vez, Coldplay intensificó la ambición. Empezaron a trabajar con Stargate, los productores noruegos detrás de hits de Beyoncé y Rihanna. No descartaban nada. «Queríamos reunir toda la música que nos gusta, desde Drake a Oasis», dice Martin. «Había una sensación de que no teníamos nada que perder. Estamos muy cómodos ahora con el hecho de que no somos para todo el mundo.»
Los productores eran exigentes. Requerían demos para cada canción («Nos sentíamos de nuevo independientes», dice Martin), y los miembros debían ponerse de acuerdo de manera unánime acerca de qué temas grabar. «Por cada canción que quedó en el disco, ocho o nueve quedaron afuera», dice Martin.
Los Coldplay se animaron a reclutar gente externa; Noel Gallagher toca la guitarra en «Up & Up», y Beyoncé aparece en dos temas, incluido el hit «Hymn for the Weekend». (Blue Ivy aparece en los créditos, por acompañamiento.) Pero la invitada más sorprendente fue Paltrow, quien hace coros en la balada de despedida «Everglow». «La hicimos en el estudio en un día», dice Martin luego de una larga pausa. «Fue una cosa amistosa.»
El momento favorito de Martin en el disco es el que menos suena como Coldplay: «X Marks the Spot», donde escupe rimas a través de un vocoder sobre unos loops de batería. «La mayoría de los instrumentos de esa canción no existían cuando hicimos nuestro primer disco», dice Martin. «La gente que quiere que seamos una banda de rock puede decepcionarse, pero realmente no creo que seamos una banda de rock.» El año pasado, Martin produjo pánico en sus fans cuando sugirió que el siguiente disco de Coldplay sería el último. «No tengo idea de lo que va a pasar», dice ahora. «Si un día hacemos otro disco, fantástico.» Luego aclara: «Definitivamente, no nos vamos a separar».
La banda va a salir de gira por Estados Unidos el próximo verano, antes de llevar su show por todo el mundo. «Creo que vamos a hacer algo de jazz fusión durante seis o siete horas», bromea Martin. «No sé si va a ser demasiado diferente de lo que te podés imaginar; [tocaremos] todas nuestras mejores canciones con una producción tremenda. Si sos fan de Coldplay, te va a encantar. ¿Y si no te gustamos? No te preocupes. Está todo bien.»