
El músico abrió la serie de shows que cierran la gira acústica Licencia para cantar e interpretó canciones de Carlos Gardel, Atahualpa Yupanqui y Miguel Abuelo
Pasadas las nueve de la noche del sábado, Andrés Calamaro entra al escenario del Gran Rex y se sienta en una banqueta alta, de esas que usan los cantantes de café concert. Sobre el piano de cola de Germán Wiedemer apoya los instrumentos que va a tocar hoy: armónica, melódica, una panderetita y toc toc. Lo acompañan, además de Wiedemer, el percusionista Martín Bruhn y el contrabajista Antonio Miguel. Es la primera de cuatro funciones que cerrarán la gira Licencia para cantar, una serie de conciertos acústicos basada en el repertorio de Romaphonic Sessions, su disco de piano y voz, y no tiene nada que ver con la electricidad cruda de Volumen 11, el álbum que el Salmón editó hace diez días. Así de prolífico es Calamaro: todavía no terminó de presentar el anterior y ya tiene un disco nuevo sonando en las radios.
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